El sueño del pollo asado

Quiero compartir con vosotros una historia que un señor me contó en la sala de espera de Urgencias del Hospital el pasado lunes…

Un niño humano cuanto tenía seis años no tenía mucho para comer. Había días que ni siquiera podía llevarse algo a la boca. ¿Qué fue lo que le ocurrió?

Sus padres, por consecuencias de la crisis, habían perdido el trabajo respectivamente.

Tras intentarlo en numerosas ocasiones conseguir uno nuevo, fallaron. Puede que fuese por la falta de voluntad de ellos, que las circunstancias no ayudaron en nada y que era más fácil recibir un dinero del estado por tener a su hijo que les permitía sobreVIVIR a los tres miembros de la familia.

Esta situación del entorno personal del niño dominada por la negatividad y la vagancia personal pudo haber resultado mortal para este niño en cuestión.

Colegas, digo pudo haber sido mortal porque si lo hubiese sido, yo no podría contaros esta historia.

Por cierto,  antes de continuar con la historia vamos a ponerle nombre mejor a este niño, ¿no? Digamos que se llama Enrique, Quique para los amigos.

Hemos dicho que Quique, un niño humano, no tuvo unos padres que se hiciesen cargo de él como debían por lo que Quique se vio obligación de buscar otros apoyos. Su pilar fundamental fue Luchio, un perro de la raza carlino (pug, en inglés) que desayunaba con Quique durante el recreo de la mañana del niño

Luchio era el jardinero del colegio de Quique.

Fue quién vio crecer a Quique, fue el primero que descubrió a Quique llorando en la esquina del patio del colegio y fue el único en el que Quique confió durante toda su vida. Luchio lo sabía y actúo como debió.

Os enumeraré brevemente qué es lo que Luchio hizo por Quique para no aburriros tanto.:

– Luchio alentó a Quique a que desarrollara actitudes sociales con el resto de los niños para que se divierta con otros niños de su edad.

– Quique fue el primero en su clase… gracias a que Luchio repasó las lecciones con él siempre que pudieron.

– Cuando Quique entró en el equipo de baloncesto fue Luchio quién no se perdió ningún partido del niño. El pug estuvo cuando Quique levantó la copa de la liga y vivió uno de los momentos más felices del humano.

– El mayor sueño de Quique era poder comer un día a la semana pollo asado. Nunca explicó el porqué, pero el sueño del niño era poder cenar un día a la semana un pollo asado con su familia para al menos un día comer más a gusto que un arbusto. Misteriosamente, Quique encontraba en su taquilla todos los viernes una bolsa que contenía un pollo asado en un gran tupper.

– Los padres del humano dieron permiso al niño para que pudiese ir los sábados con Luchio a dar comida a los indigentes humanos cuando el niño cumplió los trece años….

Podría seguir contando esta historia de manera cronológica, pero saltemos hasta el punto en el que Luchio y Quique se separaron cuando el joven, ya no te joven, se fue de la ciudad para estudiar la carrera de diseño de moda gracias a una beca .

Fue un duro palo para ambos, sobre todo para Quique. Luchio era su mejor amigo desde que tenía seis años y tuvo que separarse de él durante cuatro años.

Antes de despedirse, el joven humano le prometió a su mejor amigo que volvería a verlo en cuanto pudiera reunir el dinero suficiente para coger un autobús.

A la semana de empezar la universidad, Quique recibió una carta era del despachos de abogados “PON UN PUG EN TU VIDA S.A.”.

En ella le informaban que era el único heredero del patrimonio de Don Luchio Perchio, una fortuna valorada en 200 millones de dólares. Quique podía disponer del dinero en una cuenta corriente a su nombre pero que tendría que acudir al despacho de abogados para firmar que estaba conforme con la herencia, decía la misiva.

Quique, sin acabar de leer la carta, se desmayó. Fue trasladado al hospital, donde tuvo la oportunidad de conocer a Fernando, el abogado personal de Luchio.

Entonces Quique se enteró de la verdad: Luchio que murió por un paro cardíaco a consecuencia de un cáncer de mieloma múltiple que padecía desde hacía más de diez años.

Pero Luchio no era un simple jardinero más, era el hijo de uno de los mayores magnates de Italia pero que fue quién heredó toda la herencia de su abuela por lo que fue el objetivo de críticas y amenazas de sus propios familiares. Por eso, Luchio decidió alejarse de ese mundo, viajó a España donde encontró trabajo como jardinero en el colegio de Quique hace ya veinte años.

Y como él y Quique habían sido verdaderos amigos, quiso que él tuviera el dinero de su familia que nunca gastó en vida y quería que Quique pudiese lograr sus metas profesionales.

Colegas, ¿queréis saber lo que Quique hizo con el dinero? Acabó la carrera, entró como becario en una importante firma de moda donde ascendió hasta ser uno de los altos directivos de la empresa.

Quique pudo abrir una de las cadenas de ropa con más éxito del panorama actual con el dinero de la herencia. Más de un mil personas en riesgo de exclusión social lograron trabajo en sus tiendas y salir de la pobreza.

Además, en el poco tiempo libre que tenía, fundó la ONG “PERSIGUE TU SUEÑO”. Una organización sin ánimo de lucro que se dedicaba a enseñar a leer y a escribir a niños sin recursos. Pero no sólo eso, si no también a que pudiesen desarrollar aptitudes más artísticas con clases de danza, pintura y teatro.

Esperad, que me olvido de lo más importante… ¿sabéis lo que cenaban los niños desfavorecidos que ayudaba su ONG?….

…Un pollo asado como debía ser. El niño que soñaba con cenar un pollo asado pudo comprar años más tarde millones de ellos para otras personas. El dinero de la herencia se lo gastó exclusivamente en ayudar a los demás. ¿A qué es una pasada?

Puede que lo que más me enamorase de esta historia fue que el hecho que el propio Quique, ya con setenta años, me la contase. Allí dos enfermos en una cama de un hospital. Yo una galleta y él un viejo anciano humano con setenta años y tres infartos de miocardio encima. Como él me dijo: “si todavía estoy aquí, es porque tengo más que hacer en este mundo”.

Dicho y hecho, Quique. Voy aplicarme lo que me dijiste antes de despedirnos. Allá donde estés que sepas que eres un gran tipo Quique.

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